Estas construcciones tienen un factor en común: remesas. Inmigrantes que viven y trabajan en Estados Unidos buscan materializar sus sueños y sin colaboración de ningún arquitecto crean un diseño que evoque la cultura del país en que viven ahora desde sus suburbios hasta las fantasías que aprecian en la cinematografía Hollywoodense y en Disney.
Pero lo que resulta no es siempre es lo que se esperaba: “El dinero es enviado, una casa es imaginada y concebida, luego descrita e interpretada” describe Adam. “Lo que es finalmente construido coincide rara vez con lo imaginado. Lo que es finalmente construido rara vez es habitado. Muchos no pueden vivir donde trabajan; trabajando para vidas que no pueden vivir”.