“El arquitecto entonces, ante el reto de hacerse de la sensibilidad y conocimiento necesarios para interpretar los requerimientos materiales, simbólicos y afectivos de quienes habrán de habitar un edificio, proponiendo imaginario sy geometrías siempre coherentes con los procesos para materializarlas, en responsabilidad y viabilidad ética, estética, económica y social”, señala el mismo manifiesto. Para lograrlo el despacho ha establecido un proceso que comienza con los deseos, imaginarios, pasiones e historias, los cuales aterriza con la investigación para conocer los datos, parámetros y límites que tendrá el proyecto; de allí siguen el concepto, el desarrollo, el ante proyecto al proyecto arquitectónico y por último la construcción.