Los límites, mientras tanto difusos, que el arquitecto Toyo Ito describe como límites blandos y amistosos con el entorno natural, los vemos en el carácter transparente y homogéneo de la casa, permitiendo que con el paso del tiempo pueda transformarse y adaptarse a las futuras necesidades. Este límite es imaginario, sin embargo, es quizá el más importante, se encuentra implícito en el lenguaje y factor “hogarizador” de los inquilinos. Lo vemos en la forma transigente de describir los espacios, adaptados hacia las acciones más domésticas, el bienestar, la forma de vida y su relación con el árbol (el cobijo, el follaje y la copa desde una perspectiva al interior de la casa). Por último, la solana, de día el punto supremo de luz, de noche, el recordatorio de uno de nuestros placeres animales más antiguos, contemplar las estrellas.
*Arq. Karen Martínez García