La volumetría del proyecto se percibe con mayor facilidad desde el exterior, sin embargo el interior juega con el mismo lenguaje. El ingreso peatonal se concibe a una altura moderada y se contrapone a la perspectiva exterior, que recibe al usuario con un cuerpo imponente recubierto de piedra, para después volver a enfrentarse a una doble altura que alberga las principales áreas sociales: la sala y el comedor.
La planta baja se pensó como un área libre, pocos muros la delimitan solo para ocultar áreas más privadas como el cine y el servicio. El resto de la casa se mantiene abierta para desembocar en la terraza, que goza de la vista plena al lago, lienzo que refleja continuamente el escenario del entorno.