En tiempos donde el confinamiento se ha convertido en un síntoma de época y salir de casa se ha vuelto todo un tema de debate público y político, los ciudadanos que han podido quedarse en casa, probablemente de una u otra manera sometieron a la crítica varios de esos espacios domésticos en los que estarían enclaustrados.
Muchos de ellos, mayoritariamente en ciudades europeas, comprendieron la ventaja de contar con balcones que, como extensiones de sus apartamentos, les ayudaron a tener una nueva mirada de la calle y del barrio, incluso, les permitieron una nueva manera de establecer un cierto tipo de vínculo vecinal. Quizás otros tantos más, tal vez los menos, pudieron contar con espacios ajardinados en donde el paso de los días podría ser más llevadero, incluso probablemente placentero.