Edificios de hongos

Los hongos son los recicladores primarios de la naturaleza. Producen enzimas que ayudan en la degradación de la materia orgánica, transformándola en minerales. Los ambientes más favorables para la aparición de estas formas de vida son los espacios sombreados y húmedos. La porción visible de un hongo representa una pequeña fracción, pero debajo desarrollan raíces filiformes llamadas micelio. Los cuales son filamentos blancos extremadamente delgados, que crecen en todas direcciones y forman una red compleja que crece muy rápidamente.

Cuando el hongo se implanta en un lugar adecuado, el micelio se comporta como un pegamento, cementando el sustrato y transformándolo en un bloque sólido. Éste puede estar compuesto por aserrín, madera molida, paja, diversos residuos agrícolas, entre otros. De acuerdo a la cepa del micelio y el sustrato utilizado, el producto final puede moldearse para producir paneles aislantes, muebles, accesorios, tejidos, materiales de embalaje e incluso ladrillos, con buenas características térmicas, acústicas e incluso buen comportamiento al fuego. 

Investigaciones científicas han demostrado que, en términos de características físicas y mecánicas, los materiales a base de micelio se parecen al poliestireno expandido (a menudo llamado espuma de poliestireno), pero con un nivel mejorado de biodegradabilidad. Por lo tanto, la consistencia del micelio en sí se ve afectada, a su vez, por la composición y la estructura del sustrato.

En el mundo se han desarrollado diferentes proyectos con este material, pero investigadores europeos en los campos de la informática, la biología y la arquitectura van un paso más allá. Proponen desarrollar un sustrato estructural utilizando micelio fúngico vivo, junto con nanopartículas y polímeros para fabricar componentes electrónicos basados ​​en micelio, implementando la fusión sensorial y la toma de decisiones fúngicas. “Las redes de micelio serán computacionalmente activas, dando lugar a características biológicamente nuevas para los artefactos y materiales arquitectónicos, como la autorregulación, adaptación, toma de decisiones, el crecimiento y la reparación autónoma, agregando nuevas ventajas y valor a los artefactos arquitectónicos y al medio ambiente, y proporcionando un paradigma radicalmente alternativo al estado del arte en los ‘edificios inteligentes’, que dependen en gran medida de infraestructuras técnicas.

Sin embargo, los artículos científicos sobre el tema casi siempre concluyen con una afirmación: aún es necesario investigar y realizar experimentos con el material para que tenga eficiencia, competitividad y un control de calidad industrial para su uso masivo. Pero todos también están de acuerdo en que tiene un enorme potencial en las áreas más diversas, lo cual representa un cambio de paradigma en la forma en que abordamos la obtención, el uso y la eliminación de materiales de construcción. 

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