Y ahora que todos debimos parar, que se le dio un respiro a la ciudad, es momento de observar, detenerse a contemplar qué pasa con los espacios que no se habitan pero que no dejan de fluir, de crecer, un espacio público es más que un conjunto de bancas y plazas, es vegetación en su punto más natural. Ya que tenemos más tiempo de lo habitual y que la calma nos condujo a agudizar la mirada y ver lo que antes no se veía, una nueva flor que despliega todo su colorido, una abeja que está programada para ir en busca de ella por alimento, una araña que teje su tela en cuestión de horas desplegando su exquisito arte ante el ojo de cualquier visitante fortuito, las semillas que empiezan a emerger, ahora vemos hacia el cielo, añoramos la lluvia por la tarde y sufrimos del calor de medio día.
Qué momento más perfecto para la meditación y atención de nuestro propio jardín, de la aportación que damos a nuestro medio ambiente y también al propio espacio público inclusive.
*Korina Bolaños González, Arquitectura del Paisaje y Jardinería – contacto@unounoarquitectura.com