El predio perteneció a la familia por más de 200 años, durante la revolución, la mansión tuvo diferentes dueños, fue sometida a embargos y herencias, incluso albergó oficinas hasta que en 2015 la entregaron a la universidad, con el objetivo de convertirse en museo. Actualmente el inmueble está catalogado e inventariado como patrimonio cultural por el INAH como parte de los monumentos del centro cuya declaratoria se realizó en 1982. Protegido después por la UNESCO en 1988 cuando la ciudad fue declarada patrimonio de la humanidad.
La restauración inició en el 2015, al frente estuvo el despacho del ingeniero, José Luis Alvarado, quien realizó la obra interior y al exterior participó el arquitecto Israel Peña. “El objetivo de la intervención fue conservar, en la medida de lo posible, los elementos arquitectónicos e históricos característicos del inmueble”, Esto es una planta baja hecha con estilo barroco y la alta y fachada tipo neoclásico. La distribución constaba de espacios destinados al comercio en el primer piso, con un entrepiso y un área privada en su primer nivel, que era la casa habitación de los dueños del inmueble. Los espacios construidos en la azotea eran destinados a la servidumbre.