En entrevista con la arquitecta, describió el proyecto como una “semilla de cambio de actitud hacia la tierra. en la que el diseño y la arquitectura sean más conscientes sobre el cuidado de la naturaleza”. En este objetivo, Lucila lleva años investigando el uso del bambú como material estructural que reemplaza perfectamente a la varilla y el concreto para cualquier tamaño de obra.
El bambú por su parte, capta en sus plantaciones dióxido de carbono, crecen rápidamente, de hecho, tarda 4 años en ser útil para ser usado en estructuras y ayudan a regenerar los sueños donde se cultiva. Arquitectónicamente, no solo es resistente, sino que también es flexible y se puede utilizar también en muros, paredes, fachadas, muebles y otros elementos al interior de una obra.