Para lograrlo en el tejido de la tela se combinan dos tipos de fibras de vidrio muy sólidas y resistentes con polipropileno, un material muy fino que tiene la capacidad de estirarse. Las fibras circulan en el papel en cuatro direcciones, hecho que garantiza que las fuerzas se distribuyan hacia todos lados. En este caso las fuerzas de aceleración que entran en acción durante un terremoto se reparten por una superficie mayor, gracias a ello no se concentran en las zonas frágiles de un muro, como lo haría normalmente.
Moriz Urban, uno de los científicos encargados del proyecto afirma que si se produce un terremoto muy fuerte y las paredes llegarán a quebrarse, no se derrumban enseguida en pedazos, sino que “Las fibras de vidrio, que se ubican por fuera, evitan el resquebrajamiento presionando sobre el área y sujetándola como si fuera una banda de goma.” Para poner a prueba el material, los científicos colocaron el papel en una casa de roca natural, construida según un modelo de casas italianas, sobre una plancha de acero de 35 metros cuadrados y la sometieron a la conmoción de un terremoto, la casa resistió a un temblor 1,5 veces más fuerte que una primera prueba.