La primera de carácter técnico, por medio de ultrasonidos, para determinar cómo se encontraba la piedra, la estructura, la materia y la degradación que había tenido con el paso del tiempo; y la segunda se trataba de conocer la historia del inmueble, es decir los usos que tuvo y la trascendencia del lugar en la evolución de la ciudad.
En ese sentido, se supo que era un caligallo, abierto de martes a domingo, un centro de espectáculos en el que además se juntaban as clases sociales de la ciudad, los ricos que no lo eran tanto, entraban por el hotel y los pobres por túneles que iniciaban en la calle opuesta al recinto, en su interior, ambos interactuaban en el lugar de forma constante, para el juego y para concretar negocios, hecho que hace parte de la cultura leonesa hasta la fecha.