La construcción se emplaza al fondo del terreno por consideraciones funcionales y de progresividad en plan maestro del que forma parte, y mantiene su visibilidad desde la calle como estrategia de seguridad barrial. Su volumetría se define a partir de un levantamiento de árboles existentes, así como de los sistemas pasivos que implementa (aperturas cenitales para evacuación de aire caliente, orientación en base al asoleamiento, ventilación cruzada, techos altos, etc.).
Los acabados arquitectónicos son aparentes para reducir el mantenimiento. Los colores se eligieron a partir de una gama extraída de la arquitectura popular del sitio, así como por su capacidad de dialogar con las tonalidades de la vegetación preexistente. Ésta última fue reforzada con especies endémicas que atraen aves silvestres, por especies aromáticas y por especies de consumo humano presentes en el “solar maya” tradicional. Asimismo, se implementaron jardines acuáticos que funcionan como controladores de mosquitos y atrayentes de fauna.