En este sentido la renovación consiste en actualizar la ciudad en sus necesidades contemporáneas, sin agredir su esencia integrada por la morfología urbana, tipologías, costumbres y tradiciones. La complejidad de un proceso de renovación implica la necesidad de actualizar métodos de análisis que garanticen objetividad y rigurosidad en la caracterización de cinco componentes básicos: político, económico, jurídico, físico y social.
Donde los ciudadanos y las instituciones sean los actores y agentes sociales fundamentales; para determinar las acciones de intervención acordes con la realidad que se está operando. De esta manera la renovación urbana surgiría de una coyuntura histórica, en las que las políticas estatales y su relación con los actores sociales (inquilinos, propietarios y organizaciones sociales en general) moldeen las formas y los ritmos de las transformaciones de la estructura urbana en nuestras ciudades.