Además, a partir del 2009 se estableció por ley que cualquier nuevo desarrollo que supere los dos mil metros cuadrados de superficie total construida, debe contar con techos verdes. Con esta medida aumentó la biodiversidad en el área urbana; mejoró la gestión de aguas de lluvia, pues la vegetación de cubiertas verdes absorbe el líquido para reutilizarlo y también disminuyó el efecto isla de calor, pues la vegetación aísla el calor y reduce la necesidad de utilizar aires acondicionados.
Por otra parte, en temas de energía, Toronto delineó políticas clave como la sustitución de las clásicas bombillas eléctricas por LED en edificios públicos. De hecho, hoy, la Torre CN, icono de la urbe canadiense, utiliza 1300 lámparas de este tipo, que aporta cambios de colores a través de la tecnología Color Kinetics, para transformar sus 553 metros apenas se esconde el sol. Además, se han instalado paneles solares en escenarios deportivos y centros comunitarios y se está utilizando el agua profunda del lago Ontario para enfriar edificios de la ciudad, sin electricidad ni productos químicos: sólo agua circulando por tuberías, agua que después es devuelta al lago para que recupere su temperatura original.