El arquitecto Takeshi Hirobe se dio la tarea de diseñar una casa de fin de semana en una colina a 200m aproximadamente de la orilla del mar que se adaptara en un contexto lleno de naturaleza, lo que requiere mayor dificultad que la de un área residencial. Esto implicó conseguir que el edificio fuera sólido e independiente entre la Bahía de Tokio por delante y un acantilado con árboles en la parte posterior.
Al enfrentarse con tales condiciones se ideó el tamaño adecuado para el propósito de la casa que al tiempo aprovecha de manera efectiva el espacio grande. Además, el cliente también deseaba apreciar la vista al mar desde el segundo piso, así como un espacio en el que se pudiera obtener una mirada panorámica del cielo para lo que el nivel de altura – volumen fue definido especialmente.