CASA AMALUNA
Casa Amaluna de once volúmenes que desafía las convenciones
En medio de un paisaje campestre, se encuentra un proyecto residencial que desafía las convenciones tradicionales de la arquitectura unifamiliar.
La propuesta nace del deseo de fragmentar el programa de una casa en once volúmenes independientes, distribuidos de manera aparentemente aleatoria sobre una vasta extensión de terreno.
© Alejandro Arango
Armonía en la irregularidad
Sin embargo, lo que a simple vista podría parecer una disposición caótica, sigue en realidad un patrón cuidadosamente calculado, que dota al conjunto de una armonía única y una integración profunda con su entorno.
Ocho de los volúmenes, de un solo nivel, se adaptan con sutileza a la topografía del terreno, mientras que tres de ellos, de dos niveles, añaden una dimensión vertical que enriquece la experiencia espacial.
Un diseño arquitectónico que sorprende
La disposición caprichosa de estos volúmenes, conectados por una circulación que se desplaza de este a oeste, responde a una lógica precisa, las habitaciones y el salón se orientan al sur, mientras que los espacios de servicio quedan al norte.
La verdadera magia de este diseño radica en cómo los espacios comunes, los cuales son el vestíbulo, pasillos, jardines y terrazas unifican los volúmenes individuales, creando una continuidad visual y funcional.
Conexión con la naturaleza
Los jardines interiores, resultado de la intersección de los volúmenes, se convierten en pequeños oasis de calma, donde la luz natural y la vegetación se entrelazan para transformar cada rincón en un refugio de serenidad para la cotidianidad del día a día. Los materiales de la fachada, cuidadosamente seleccionados, añaden una capa de sofisticación al proyecto.
La combinación perfecta para un hogar único
Paneles metálicos en color grafito, concreto a la vista y enchape en piedra negra se combinan para crear un juego de texturas y tonalidades que contrastan con la exuberante vegetación circundante.
Esta paleta de colores, dominada por tonos grises, se convierte en un lienzo sobre el cual la luz natural proyecta sombras y matices, dotando a cada espacio de una atmósfera única.
Innovación y tradición se unen
El interior, con su iluminación cenital a través de tragaluces estratégicamente ubicados, refuerza esta conexión con el exterior. La geometría del proyecto, aparentemente irregular, se revela como una composición perfectamente balanceada que invita a los habitantes a disfrutar de la luz, la naturaleza y la arquitectura en una simbiosis inigualable.
Este proyecto no solo redefine la idea de una casa campestre, sino que enseña cómo la fragmentación y la irregularidad pueden convertirse en fuentes de belleza y armonía.
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