DAMIÁN ORTEGA “EL TODO Y LA NADA DE CONSTANTE TENSIÓN”
9 enero, 2024 / Dirección editorial Arkin
Tal vez uno de los artistas contemporáneos más provocativos, trasgresores y difíciles de clasificar, que ha hecho de la atomización y la deconstrucción un arte.
Hizo que el mundo del arte pusiera los ojos en su obra después de la Bienal de Venecia del 2003, donde desfragmentó por completo cada una de las partes de un bocho y las suspendió en el aire. A partir de ahí ha seguido esos experimentos atomizadores para teorizar sobre las partes de las que está compuesta la realidad: su relativismo o unión. El todo y la nada en contante tensión.
Damián Ortega
Ortega, nació en la Ciudad de México en 1967, y proviene de una familia de intelectuales y artistas. Su madre es profesora en un colegio de primaria y su padre es actor en el teatro universitario. A través del ingenio y el humor, Damián Ortega deconstruye objetos y procesos, al alterar sus funciones y transformarlos en experiencias novedosas y situaciones hipotéticas.
Ortega comenzó su carrera como caricaturista político. De 1987 a 1992, formó parte del Taller de los viernes, junto con Abraham Cruzvillegas, Dr. Lakra, Gabriel Kuri y Gabriel Orozco. En 2005, fue nominado al Hugo Boss Prize y en 2007 al Preis der Nationalgalerie für junge Kunst. De igual manera, en 2014 recibió la Smithsonian Artist Research Fellowship por parte de Smithsonian Institution y en 2006, realizó una residencia artística en Deutscher Akademischer Austauschdienst (DAAD) en Berlín.
Si algo caracteriza su trabajo es precisamente porque se mueve en una escala que va de lo molecular a lo cósmico y, como menciona el crítico de arte Guy Brett, consigue conjugar lo cósmico con lo accidental. Su obra aplica conceptos de la física a las interacciones humanas en donde el caos, los accidentes y la inestabilidad producen un sistema de relaciones en flujo constante. Además, explora la tensión que habita cada objeto: lo enfoca, reorganiza, escudriña e invierte su lógica para revelarnos un infinito mundo interior. El resultado de esta investigación exhibe la interdependencia de diversos componentes, ya sea dentro de un sistema social o en los engranajes de una máquina compleja.— Aunque sus proyectos se materializan en esculturas, instalaciones, performances, videos y fotografías, para Ortega la obra de arte es siempre una acción, un evento. Sus experimentos existen en un espacio donde lo posible y lo cotidiano convergen para activar una nueva y trascendente forma de mirar a los objetos ordinarios y las interacciones rutinarias.
Una de sus obras emblemáticas fue en la que intervino un bocho (Volkswagen sedán) desarmándolo y poniéndolo a flotar; dejando el auto en una aparente explosión congelada. Sin embargo, el “Obelisco Transportable” fue otra gran obra, esta pieza consiste en un obelisco de 6 metros de altura sobre una base con ruedas. Con este gesto sutil e irónico, Damián Ortega plantea una crítica a la conmemoración oficialista de hechos y eventos, materializada muchas veces en objetos y edificaciones de índole monumental. Debido a su cualidad móvil, el Obelisco transportable funciona como un monumento que permite conmemorar cualquier cosa y en cualquier lugar.