Un entorno infantil debe ser rico y el diseño debe funcionar tan fácil como lo es respirar. Hoy en día los espacios de desarrollo para niños se siguen diseñando de manera convencional, la cama al centro del espacio, un buró a un lado y un armario. Sin tomar en consideración que la vida es movimiento y para un pequeño es esencial que según la etapa de desarrollo en que se encuentre, el espacio le pueda brindar movimiento y cambio.

© ZW | LH © Read McKendree

En mi experiencia como arquitecto y como madre, les proporcioné a mis hijas espacios apropiados con la etapa de desarrollo en la que se encontraban. Esto me hace pensar si será casualidad o no, que haberles dado espacios y muebles, que fueron cambiando junto con ellas y que cumplieron todas sus necesidades, habrá hecho que ahora sean brillantes, con una madurez emocional y mental siempre apropiadas a su edad.

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Como profesional trabajé durante 6 años rediseñando espacios para niños. Al principio las mamás de mis clientes, los niños, estaban muy escépticas sobre mis propuestas de diseño para los cuartos o áreas de trabajo y juego. Era sorprendente que los días siguientes después de rediseñar el espacio me llamaran diciéndome frases como “¡Funcionó!, ya hace su tarea, ya duerme durante toda la noche, ya ordena sus cosas, ya quiere dormir en su cuarto”.

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Al parecer todas esas consideraciones que llevaban mis propuestas no solo contribuyeron al desarrollo de las capacidades de mis hijas, también lo hicieron todos los niños a los que sus padres se atrevieron a confiar en salir del esquema convencional de la cama en el centro y no solamente comprar muebles sin tomar en consideración las necesidades de sus hijos. Estos padres pudieron ir más allá de los formalismos y proporcionarles a sus hijos un entorno que les diera potencial a la realidad del niño dentro del contexto de su imaginación.

El contenido del mundo físico puede ser una herramienta muy útil para modelar lo que busca cada niño y explorar a fondo las posibilidades de la vida que les rodea. Su espacio debe tener una estructura que apoye su seguridad, no solo física, sino también mental y emocional. A un niño no se le puede pedir tener su habitación inmaculada y de revista. El Espacio debe invitarlo a explorar su creatividad y tener muebles con contenedores que le permitan, además de ordenar sus juguetes, ordenar su mente, en lugar de decirle que no desordene, se le debe delimitar su área de creatividad.

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Esto no se debe de malinterpretar a que el espacio debe simplificarse, más bien se deben de incluir las suficientes oportunidades multidimensionales que impulsen al niño a construir y acumular más experiencias. El sistema del cuarto debe de hacer que el niño pueda tomar lo que necesita para la actividad a realizar, y lo que no va a utilizar debe de guardarse o desecharse. Tanto el espacio como los muebles deben adaptarse al crecimiento y también los colores son vitales para un entorno saludable, pero eso será otra historia.

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