LA HERMENÉUTICA ANÁLOGA PARA LA INTERVECIÓN DEL PATRIMONIO HISTÓRICO
7 febrero, 2024 / Dirección editorial Arkin
La hermenéutica Análoga nos puede ayudar al proceso para la intervención del patrimonio histórico, en un contexto de frónesis, es decir la prudencia que busca el balance entre los distintos usos históricos del inmueble, su historia cultural, la carga vivencial de los habitantes, las adaptaciones a los nuevos y la aplicación de nuevas técnicas para la preservación de su materialidad en contraste con lo que pide el mercado inmobiliario y el turismo de negocios para su valor de cambio, lo que hace paradójico con su valor de uso y la “sangre humana” que se invirtió para su construcción y manteniendo, la hermenéutica análoga trabajara por lo tanto en la paradoja del valor de uso humanizado y su valor de cambio mercantil, buscando preservar todas sus cualidades; deconstruyendo las verdades dadas que se empoderan a lo largo del tiempo por nuevas posibilidades en la búsqueda de una arquitectura que pretenda una justicia social.
Por lo tanto para tomar distancia para la comprensión del patrimonio histórico arquitectónico en centro históricos, es fundamental analizar desde qué contexto nos habla la obra arquitectónica y su relación con el conjunto urbano, cuál es su tradición de origen, qué la originó y su sentido común histórico cultural de su época y para ello es necesaria la hermenéutica análoga histórica, que como técnica nos permitirá situarnos en la fusión de horizontes históricos en la que cada obra arquitectónica fue recreada y resignificada en su uso y en las relaciones de sus habitantes con sus modos de vida.
En este acontecer señala Gadamer “es importante señalar qué clase de comprensión y para qué clase de ciencia entre la subjetividad de quien vive o recibe la obra y la objetividad que se trata de comprender en lo verdaderamente significativo del sentido originario de la misma dentro del momento de su tradición”, entendida al origen de creación de cada obra arquitectónica y cómo fue adquiriendo su valor patrimonial de acuerdo a sus contextos y cómo se van recreando sus distintas significaciones a través de los diferentes usos a través de las distintas épocas históricas, entre la construcción originaria de cada una y las apropiaciones consecuentes del espacio arquitectónico, por las distintas épocas que cada usuario vivió, por lo que intentar la rehabilitación y buscar la potencialidad de cada obra arquitectónica para resignificarlas sin tomar la distancia a la época de origen de cada obra arquitectónica y sin considerar las distintas perspectivas cambiantes en cada historia cultural del inmueble, pues conformaría una visión lineal y reductivista de la complejidad que tiene cada obra arquitectónica en particular para ser abordada y que es necesaria su comprensión hermenéutica para su salvaguarda.
Analizar el patrimonio histórico arquitectónico hace indispensable entrar en la teoría de sistemas y una comprensión hermenéutica del mundo de la vida en un plano físico, mental o imaginario y simbólico comprendiendo los usos mixtos en los barrios y centro históricos cuyas manzanas con usos de hábitat, religioso y de comercio, mezclando lugares de recreo; dicha conformación natural y orgánica de mixturas en los usos establece una estructura sistémica de relaciones de “dinamicidad y complejidad aproximándola al terreno de los procesos, la incertidumbre, la adaptabilidad”, en una presencia aleatoria de cada habitante de su zona histórica que se mueve de manera espontánea de trabajo, recreación, cuidado, placer del cuerpo y desarrollo espiritual, conformando su “mundo de vida” que en las relaciones de sociabilización de sus habitantes se van desplegando sus interacciones económicas y sus relaciones de poder, que permiten comprender la inserción de la arquitectura histórica con sus usos actuales como una amalgama donde ese mundo de vida se desplegará dentro de la personalidad de cada zona histórica, expresando su cultura propia ligada a los componentes de su horizonte cultural para su necesaria comprensión.
Comprender las zonas históricas en la medida que Lacan manifiesta donde la realidad humana se va ordenando por los “tres órdenes: lo simbólico, lo imaginario y lo real, y a su vez como cada persona va interrelacionando los órdenes”. La interrelación de los espacios urbano-arquitectónicos construidos al paso del tiempo, van a conformar experiencias en cada habitante en esos órdenes. Dichos ordenes tienen un paralelismo al vivir los espacios históricos, constantemente su habitante pasa de los planos físicos del objeto arquitectónico individual que, en su interrelación con los usos de trabajo, recreación, cuidado, placer del cuerpo o su necesidad de trascendencia; la arquitectura se va a organizar en manzanas donde se estarán construyendo los imaginarios y los órdenes simbólicos que sólo la arquitectura en una fusión de horizontes históricos dotará en la interrelación con los espacios tradicionales de cada zona histórica.
Así ligando el territorio y el paisaje como una estructura viviente en continua interrelación, comprenderemos la arquitectura como patrimonio ligado a sistemas de objetos en interacción continua, con los tres órdenes señalados. Y a su vez integrando los imaginarios simbólicos es necesario también considerar dentro de una hermenéutica análoga que, “en la vida de una ciudad es palpable un proceso de ajuste permanente entre la realidad física y la realidad socioeconómica, una adaptación o al menos un intento, de adecuar el tejido urbano existente a las pautas de organización espacial de las diversas formaciones sociales; esto es algo que se pone de manifiesto cuando analicemos un casco antiguo con perspectiva temporal y nos preocupemos por identificar las claves de las transformaciones urbanísticas, así como las razones y las motivaciones de la ruina o la protección. La ciudad, si no quiere morir, tiene que responder a las necesidades que cada época o coyuntura histórica le plantea”
Por lo tanto, a través del manejo de la hermenéutica Análoga se podrá intervenir el patrimonio histórico en una comprensión integral en interacción social, física, y simbólica, para establecer una comprensión nueva, que se va recreando y resignificando con el tiempo, pero bajo la frónesis y el balance necesario entre fuerzas contrapuestas que conforma el valor de uso y el valor de cambio.