El bejuco, también llamado “mimbre vienés”, es el material en tendencia. El bejuco está recuperando una vida que va más allá de las evocaciones de los cafés franceses o austriacos. Este tejido sigue presente en numerosos muebles y su aplicación ya no se limita a las sillas, también podemos apreciarlo en sillones, taburetes, cómodas, escritorios y lámparas. A continuación, echamos un vistazo a la historia del bejuco y desvelamos por qué sigue siendo tan popular hoy en día.

©Gebrüder Thonet Vienna

A principios de la Edad Moderna, la exploración y el comercio propiciaron las primeras importaciones de materias primas del sudeste asiático y, con ellas, el origen de la palma de ratán. Adaptando este tejido, apareció por primera vez en Austria ya en el siglo XVIII; hacia finales de la década de 1830, el fundador de Thonet, Michael Thonet, utilizó principalmente el tejido de caña para sus sillas. No solo era más barato que el cuero o la tapicería, sino también mucho más fácil de reparar. Con la industrialización, se produjo de nuevo un auténtico boom del mimbre vienés, que se hizo asequible para las masas. Mientras tanto, el icónico patrón de panal de abeja se ha convertido en un clásico perdurable cuyo potencial interior parece inagotable. – La fina transparencia del dibujo de panal de abeja confiere al mueble una impresión inmediata de ligereza y gracia, y la combinación de madera y mimbre es un contraste especialmente popular. Además, gracias a la palma de ratán, que se renueva rápidamente, el mimbre se considera una opción extremadamente sostenible en el diseño de muebles.

Los grandes nombres del diseño siguen aprovechando las numerosas ventajas del bejuco, jugando con los colores y las formas y creando constantemente nuevas piezas. Gebrüder Thonet Vienna, es un referente que teje el patrón de nido de abeja en escritorios, bancos, cabeceros y similares sin perder su inconfundible estilo de elementos curvos y formas gráciles.

Hace poco, el fabricante alemán relanzó la serie de sillas 118 junto con Sebastian Herkner y le dio un acabado fresco que va del color menta claro al rojo oscuro intenso. La diseñadora Merve Kahraman, que reside entre Estambul y Nueva York, combina el tradicional patrón de panal de abeja con llamativos motivos de cuadros de ajedrez, mientras que la interiorista de Hamburgo Emma Brunckhorst convirtió la malla en una puerta corrediza ligeramente transparente.