Se trata de un estilo atrevido, dinámico y fuerte. Aquí la idea es crear un escenario atiborrado de colores, texturas, tamaños y formas, eso sí aportándole carácter y personalidad. En una época en la que las tendencias son atemporales, es natural que dos estilos opuestos convivan a la par, como lo es el caso del maximalismo y el minimalismo. El primero de ellos, posee un objetivo ostentoso, sin límites en su línea, pero no por ello sin sentido; el segundo, por su parte, apela a una disciplina para lograr espacios pulcros. Las tendencias regresan cada cierto tiempo. En esta ocasión, el maximalismo vuelve con potencia, no importa si es en la decoración o en la arquitectura, la idea es crear un escenario atiborrado de colores, texturas, tamaños y formas. El maximalismo es un lenguaje con personalidad, para aquellos que no le temen a la atención y que se oponen a la mesura. La palabra “maximalismo” hace referencia a la revolución social promovida por el marxismo. Incluso hoy, el maximalismo se refiere a una oposición, sobre todo en la política, así como un discurso disruptivo. Ahora, el término se ha extrapolado en la industria del diseño como una respuesta al minimalismo. Otra de sus connotaciones, de manera literal, expresa que el maximalismo hace alusión al calificativo, máximo, o su raíz, más. De ahí que la tendencia maximalista se base, en parte, en el uso de formas y objetos de gran tamaño.

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En cualquier caso, en el ámbito del diseño, se entiende al maximalismo como un movimiento de contrapunto, ya sea como un estilo que busca posicionarse como lo opuesto a la tendencia, como es el caso en el antónimo que representan el minimalismo y el maximalismo, o como un carácter que aspira a la masividad en su expresión plástica y visual, e incluso antepone la estética a la función misma.

El maximalismo siempre estuvo presente en el diseño, sobre todo en el interiorismo ecléctico, desde las casonas del siglo XVII, con sus interiores repletos de cuadros y pinturas de amplio formato, y sus paredes decoradas con motivos florales, hasta la actualidad. Sin embargo, el término se acuñó en los años 80, no solo con el auge tecnológico que conectó a nivel mundial una estética, sino por el uso exagerado en las decoraciones habituales, motivado por la salida del periodo de postguerra, que sumió a la población en una austeridad involuntaria.

En el diseño de interiores se trata de una expresión que a simple vista, puede resultar impactante, pero que requiere su equilibrio.

El maximalismo busca decorar sin miramientos ni directrices. Los colores son el medio más aprovechado, pero en los últimos años las texturas se han colocado como el mejor recurso para este estilismo. Las líneas rectas y puristas en el mobiliario son obsoletas en el maximalismo, lo que atrae la tendencia son curvas y florituras que llenen el espacio con personalidad. Las formas son indispensables, ya sea en figuras a diferentes escalas, en el piso o sobre la mesa, hasta muebles en formas diferentes y únicas.

Así, el maximalismo se centra en ocupar el espacio disponible en su totalidad, ya sean muros, pisos, y si, hasta los techos. También son importantes las raíces. Por ejemplo, una casa se puede decorar dentro del maximalismo mexicano, con figuras del folclore de México, y colores estridentes, como el rosa, el verde, incluso, el amarillo. Los cuadros temáticos son el recurso infalible para alcanzar el maximalismo.

Por último, la mezcla de estilos grita maximalismo en su máxima expresión. Mezclar mobiliario histórico, ya sea barroco, art decó o gótico, con piezas contemporáneas, de arte o decorativas, lograrán ese toque ecléctico que caracteriza al maximalismo.