CARLO SCARPA
7 febrero, 2024 / Dirección editorial Arkin
En nuestra condición de seres humanos no podemos vivir sin historias, las necesitamos para llenar esos huecos que existen en nuestra realidad, para vivir en nuestra imaginación esas miles de vidas diferentes a las nuestras y, en algunos casos, imposibles.
La luz natural también afecta las emociones que las personas sienten en un espacio, ya sea la falta de ella, lo que nos hace sentir miedo y ansiedad, o la luz abundante, que nos hace sentir seguros y etéreos. Así como la luz impacta en la arquitectura, la arquitectura también impacta en la luz. Al enmarcar vistas, crear masas en 3D que proyectan sombras sorprendentes y esculpir vacíos que crean proyecciones de luz únicas, muchos arquitectos han dominado las técnicas de diseño para integrar a la perfección la luz y la construcción y quizás uno de los mejores en esto fue el arquitecto veneciano Carlo Scarpa.
Scarpa fue muy conocido por su enfoque detallado de los materiales y su capacidad para reinventar museos y otros espacios públicos de formas no tradicionales, y muchas veces afirmando que tenía poco interés en diseñar los edificios de acero modernos de la posguerra que se estaban construyendo durante su apogeo profesional. Sus diseños eran collages complejos de geometrías simples, derivados de una combinación de influencias japonesas y venecianas. Su aprecio por los detalles y la dedicación a su oficio lo llevaron a diseñar incluso peculiaridades como soportes de escalera, mecanismos para colgar pinturas en sus museos y recortes en las paredes para permitir la cantidad justa de luz.
© Mili Sánchez Azcona
Uno de sus grandes proyectos fue “El Cementerio Brion Vega”, ubicado en el norte de Italia. Uno de sus proyectos más expresivos de Scarpa que ilustra su manifiesto por la geometría y el impacto de la luz. Geometrías hechas de concreto que cuentan la narrativa de la pareja que está enterrada allí (junto con él después de su muerte en 1974) y cómo se reencontrarán en el más allá. Al entrar en el cementerio, los visitantes son recibidos por la vescia piscis, el famoso símbolo de dos anillos entrelazados, uno cubierto de mosaico azul y el otro de rojo, que enmarca el césped de la tumba. La sala desde la que se ve el símbolo está oscura, ya que la luz del exterior entra e ilumina los dos círculos. Un corredor de conexión, iluminado por rendijas de luz, lleva a los visitantes a la capilla cuadrada de la tumba, que, por otro lado, está inunda[1]da de luz natural. Caminar a través de estos espacios conectados ofrece vistas enmarcadas de primer plano de la parte más brillante y luminosa del sitio, las criptas de la familia Brion.
¿Podríamos calificar de “buena arquitectura” a aquella que tiene una historia, o varias, para contarnos? ¿Aquella que es una historia por sí misma? Una pregunta tan subjetiva como esta genera diferentes respuestas, pero quizá un posible “sí”. Pues aquí una de las principales obras maestras del arquitecto veneciano Carlo Scarpa.
La Tumba Brion, con su imaginería poética y la belleza de su ornamentación, de sus detalles y construcción, con su particular y misteriosa morfología, llena de simbolismo, guarda muchos relatos detrás de su diseño.