La planeación urbana no ha estado dentro de los temas prioritarios de la agenda pública de las últimas décadas, por el contrario, parece estar a merced de los intereses económicos.

La aparición de los combustibles derivados del petróleo dio pie a que la industria automovilística comenzará a influir en la forma del crecimiento de las ciudades. Y más recientemente, a inicios de este siglo, las políticas de desarrollo de vivienda sin un control de planeación urbana claro propiciaron un negocio muy jugoso para las “empresas vivienderas”.

Iniciando en Estados Unidos, donde según cálculos publicados por BBC Mundo, alrededor de 1920 en la mayoría de las ciudades estadounidenses cerca del 90% de los desplazamientos se realizaban en tranvía o trenes urbanos, es decir en transporte público, mientras que sólo una de cada diez personas tenía carro. Pero a partir de los años 30, los trenes desaparecieron de casi todas las ciudades para dar paso al automóvil particular.

Las ciudades latinoamericanas nos quedamos exentas de esta situación y a partir de mediados del siglo pasado sus políticas públicas de crecimiento urbano parecieron comenzar a girar en torno al uso del coche, lo que ha dado como resultado ciudades cada vez más extensas en sus territorios.

México ha tenido una transición acelerada de ser 15 un país mayoritariamente rural a urbano, especialmente durante el periodo 1940-1980. En estos 40 años, se pasó de tener 55 ciudades que concentraban el 20% de la población total en 1940 a tener 227 ciudades, que para 1980 concentraban el 55% de la población. Para el 2010, el 72.3 % (77% de acuerdo con INEGI) de la población vive en 384 ciudades y se espera que en 2030 el 81% de la población viva en una ciudad (CONAPO).

Así, las ciudades se han convertido no sólo en las principales concentradoras de población, sino también en las principales generadoras de riqueza, ya que se estima que generan el 86.5% del PIB del país (CIDOC, 2012).

El crecimiento de las áreas urbanas y del fenómeno metropolitano señala una expansión territorial de las ciudades en México. El área de las ciudades mayores a 50 mil habitantes, excluyendo la ZMVM, se ha expandido 6 veces de 1980 a 2010, mientras que la población sólo se ha incrementado 1.9 veces, dando como resultado una tasa promedio de crecimiento de expansión de superficie del 10.15% anual, mientras su población aumenta a un ritmo mucho más bajo del 4.2% anual. Esto ha implicado una reducción promedio de la densidad poblacional del 6.7% al año.

Es uno de los mayores retos a los que se enfrenta México y que parece ser ignorado, la expansión anárquica de las ciudades. De continuar la reducción de la densidad poblacional, se generarán altos costos fiscales, de equidad y de sustentabilidad ambiental para el país, principalmente por los efectos que tiene sobre la movilidad de las personas y la prestación de los servicios públicos en las ciudades.

Este proceso de expansión y segregación suele encontrarse fuera de los planes de desarrollo urbano, pero se da gracias a una serie de carencias institucionales y a incentivos económicos perversos que continúan presentes hasta el día de hoy.