SUSTENTABILIDAD
1 febrero, 2024 / Dr. Alejandro Guzmán Ramírez
No es casualidad que el origen del hombre se sitúe en su relación armónica con la naturaleza – en el paraíso -, un lugar sin límites, lleno de luz y calor, recorrido por ríos, con abundancia de frutos e inundado de aromas y colores. Un lugar en el que era posible recibir, experimentar, desarrollar y gozar todo tipo de impresiones sensoriales y en el que, al no existir memoria ni, metalenguajes que no hubieran sido adquiridos de esa primera relación; no cabría otra percepción que no fuera la de constatar la intima pertenencia entre el hombre, el paisaje y la naturaleza.
Vino después la duda, y de esta la trasgresión; y con ella la culpa, el exilio y la pérdida de aquella afinidad y equilibrio primarios.
Históricamente el hombre ha reinterpretado su relación con la naturaleza, ha descubierto nuevas lecturas y cada cultura ha modificado de manera positiva o negativa el equilibrio con su entorno.
En los últimos años, se ha creado toda una conciencia en términos de utilización más racional de los recursos naturales y de reducción de los efectos ecológicamente perjudiciales vinculados a los patrones de producción y consumo.
La percepción del equilibrio ecológico es parte del concepto de sustentabilidad, una visión compleja, que centra los objetivos para el desarrollo en el bienestar social de las comunidades, en la inversión económica y en la preservación de la naturaleza y la cultura.
En sus orígenes, el término de sustentabilidad hacía referencia a la protección de los recursos naturales, conservándolos para las generaciones futuras; mediante una forma de desarrollo que buscaba el bienestar humano sin dañar el equilibrio ecológico y ambiental.
Actualmente la sustentabilidad adquiere una visión integral que involucra la armonía no solo entre la población y su ambiente, sino también entre los diferentes sectores sociales y económicos de la sociedad.
Ambiente, economía, y sociedad se convierten así en los tres principales ejes del desarrollo sustentable. No puede haber sustentabilidad en una sociedad cuando se están destruyendo o terminando los bienes de la naturaleza, o cuando la riqueza de un sector se logra a costa de la pobreza de otro, o cuando la represión, la explotación y la marginación continúan ejerciéndose entre los distintos grupos sociales, regiones y países.
Dr. Alejandro Guzmán Ramírez Académico – Investigador Departamento de Arquitectura. División de Arquitectura, Arte y Diseño Universidad de Guanajuato mail. alejandroguzman06@gmail.com
De tal suerte, el desarrollo sustentable se ha movido de una visión centrada en el medio a una cada vez más preocupada por los aspectos humanos del desarrollo.
La ciudad y lo sustentable El considerar al medio y al ser humano que lo habita como factores codependientes del ecosistema es un avance substancial en este sentido, ya que hace constatar que las actividades del hombre sobre el territorio son tan importantes como sus recursos, dado que el sostenimiento de la capacidad de reproducción del medio tiene que ver con la manera en que se le explote y la forma en que se organice la comunidad.
Desde su inicio, el concepto de ciudad se definió como la abstracción racional contra la naturaleza. Frente a los bosques, selvas o desiertos hostiles, el ciudadano distinguió su propio espacio como una conquista cultural.
Protegerse de del crecimiento anárquico de la naturaleza “salvaje” significó consolidar la civilización y de esta manera, aun el florecimiento descontrolado de árboles y flores se convirtió en una amenaza.
Casi en todas las culturas urbanas del mundo el hombre se cercioró de sus valores socioculturales por medio del orden y la “limpieza” de la vegetación.
Sin embargo, la historia de la ciudad también ofrece alternativas a esta posición debates que buscan la integración posible de ciudad y naturaleza como sinergia sustentable de dos principios diferentes en un mismo ecosistema.
Actualmente en términos económicos, “limpiar” la vegetación de los terrenos y cambiar su uso de suelo para estacionamiento o nuevas construcciones ha redefinido la imagen urbana de nuestro entorno; en el cual la especulación inmobiliaria favorece la creación de espacios cercados y oprimidos por la homogeneización comercial y la omnipresencia arquitectónica por encima de espacios públicos mediante parques y jardines.
Cuando el valor inmobiliario crece a costa de la eliminación de los distintos elementos naturales, la ciudad pasa a ser un depósito de construcciones comercializables, de superficies de asfalto; y no ese espacio vital que ofrezca estímulos plurales en un ecosistema que permita construir una identidad colectiva basada en la diversidad ambiental.
La ciudad dentro de una visión sustentable, además de cuidar y proteger el ambiente, debe ofrecer calidades pedagógicas y psicológicas donde los ciudadanos puedan experimentar la diversidad lúdica de la naturaleza en conjunción con el ecosistema urbano.