El padre Prudencio Castro, quiso construir una pequeña capilla en la parte alta del cerro, el cual es una pequeña meseta de 130 varas al norte, por 130 varas al sur, formando un cuadro irregular forjado por la orografía del terreno. El padre Prudencio le compró el terreno al Sr. Tomas Vela por la cantidad de 30 pesos en el año de 1850.

En 1856 comienza a construir una capilla por medio de “faenas”, ayudado por la gente del barrio arriba y otros lugares los fines de semana. En septiembre de 1870, se cierra el primer arco de la cúpula; el 6 de octubre del mismo año el segundo, y el 12 de febrero de 1871, el tercero. El 6 de febrero de 1873, se concedió licencia para pedir limosnas para la terminación del templo. La iglesia como la conocimos es en realidad parte de un templo mayor que no se concluyó; el padre Prudencio Castro murió el 4 de abril de 1885, sin finalizar la obra, pero le pidió al padre José Ma. Yermo y Parres (hoy Santo) que continuara, lo cual fue ratificado por el obispo de León José Ma. Diez de Sollano y Dávalos quien era su tío. Yermo y Parres aceptó de buena manera, el cual fue nombrado capellán.

También anexo a la capilla, el padre Prudencio Castro, levantó en 1883 una casa de ejercicios poco funcional, la cual no pudo concluir por su muerte.

Ya como capellán, el padre Yermo y Parres, continuó con las faenas para seguir construyendo el templo. La hermosa fachada que hoy ostenta de línea neoclásica de estilo dórico, fue diseñada por el arquitecto y relojero inglés don Louis Long, inspirado precisamente en la ubicación geográfica del edificio, quien se inspiró en el legendario Partenón griego; el cual, luce hasta nuestros días su imponente estilo, dominando señorialmente la cúspide del cerro. El templo está coronado en su ábside por una hermosa cúpula de estilo ecléctico con ventanas mixtilíneas y rematada por una esbelta linternilla que en conjunto permiten pasar caudales de luz del sol al hermoso ábside dominado por su imponente retablo de corte neoclásico en cantera de ibarrilla y con retoques de hoja de oro en cenefas, capiteles y bases de columnas; sobre el retablo se encuentra una pintura de la Santísima Trinidad.

El padre Yermo y Parres sufrió una experiencia muy fuerte al presenciar a unos cerdos comiéndose a dos criaturitas recién nacidas, aunque no supo si los habían arrojado intencionalmente por ser expósitos o por accidente, esto le hizo cambiar la idea para el destino del edificio que le había encomendado el padre Castro; le compró el terreno a la sobrina del padre, Andrea Castro, su heredera y comenzó a recibir pobres para su casa de Beneficencia, que aún estaba en construcción. Pidió permiso al obispo Sr. Barón para cambiar el uso del edificio y reunir personas del sexo femenino para atender el asilo, el cual fue aprobado y el asilo del sagrado corazón de Jesús se fundó el 13 de diciembre de 1885 auxiliado por el Doctor Rosendo Gutiérrez de Velazco. también en sus anexos se realizó la casa de las religiosas de “la sociedad de siervas del Sagrado Corazón de Jesús”. Mensualmente recibía alrededor de 160 indigentes, ancianos, niños y bebes; en un lapso de 17 meses gasto $21,000.00 una fortuna para ese tiempo inicialmente recibía donaciones, pero dejaron de darle y comenzó a tener problemas económicos para su manutención.

Quiso traer a las “hijas de la caridad”, exiliadas catorce años antes y radicadas en Europa, se acordó su regreso y se envió dinero para ello, pero, a unos días de su viaje lo cancelaron y no vinieron. Por esta causa, fundó aquí en León la sociedad de las siervas del sagrado corazón de Jesús y de los pobres.

La terrible inundación que azotó la ciudad el 18 y 19 de junio de 1888, dio un giro a la historia del asilo y del cerro del calvario, el cual recibió a muchísimos damnificados, prestando un gran servicio a la comunidad leonesa. En el tímpano del frontis de la fachada principal del templo, se erigió un monumento al Pontífice de los obreros León XIII, costeado por patrones, obreros e industriales por su aniversario cincuenta de su encíclica “Rerum Novarum”, el 15 de diciembre de 1941, por el canónigo Lic. Luis Cabrera Cruz, dirigente de acción católica en León Gto.