EL REGRESO DEL BARRIO MEXICANO
9 enero, 2024 / Arq. Rodolfo Amate Tirado
Los centros de barrio, como las plazas o jardines son sin duda el primer elemento característico e influyente del barrio mexicano, es el espacio que da identidad y el sitio por excelencia que funge de centro de reunión, un lugar del que carecen la gran mayoría de los nuevos desarrollos.
Cuando pensamos en una ciudad de futuro y de vanguardia, se suele traer a la mente ciudades con rascacielos y grandes avenidas con bastantes carriles y distribuidores viales; esta imagen de ciudad moderna se nos ha inculcado desde hace algunas décadas y ha influenciado en la toma de decisiones sobre el crecimiento y la planeación de las ciudades en nuestro país.
A finales del siglo pasado surgió una teoría urbana, que paradójicamente nace en Estados Unidos pero retoma la esencia del barrio mexicano como el factor clave de una nueva manera de rehacer las ciudades, hablo de la corriente del “Nuevo Urbanismo”.
Al conocer los principios del Nuevo Urbanismo me ha parecido fascinante entender que la respuesta a los problemas urbanos en nuestras ciudades mexicanas la hemos tenido siempre en nuestros centros antiguos y sus vecindarios, sin embargo nos hemos empeñado tanto en la idea de las ciudades que derrochan energía, que hemos olvidado que el verdadero valor está en gozar de una real calidad de vida, que es preferible tener la oportunidad de regresar a comer a casa con la familia y no, el de tener una ciudad con largas y grandes avenidas, pero que de forma contradictoria, nos mantiene en el tráfico vehicular valiosos minutos.
La riqueza del barrio mexicano radica en una serie de características urbanas que generaban identidad y cohesión social entre sus habitantes, estas cualidades de la configuración del espacio y la infraestructura provocaban que las familias convivieran y se apropiaran del espacio público. Quizá lo hemos subestimado, pero es una realidad que el urbanismo siempre ha influido y sigue influyendo en las problemáticas públicas que sufrimos a diario, poniendo la inseguridad como el gran ejemplo.
Los centros de barrio, como las plazas o jardines son sin duda el primer elemento característico e influyente del barrio mexicano, es el espacio que da identidad y el sitio por excelencia que funge de centro de reunión, un lugar del que carecen la gran mayoría de los nuevos desarrollos. La mezcla de clases sociales jugaba un papel fundamental, era común encontrar una casona en colindancia con otras casas más modestas o incluso vecindades, dicha mezcla evitaba la polarización que hoy en día nos ha hecho tanto daño, viendo ejemplos de cómo una barda, a manera de muralla, divide desarrollos exclusivos y colonias populares, un fenómeno que en lugar de protección produce resentimiento y rechazo.
La conjunción de usos de suelo daba lugar a que cerca de la casa estuvieran los sitios que cubrían las necesidades de la gente, desde una panadería hasta una escuela, permitiendo que esos desplazamientos pudieran ser a pie o en bicicleta con todos los beneficios que eso conlleva, esta mezcla de usos incluso llegaba al grado de tenerla en el mismo predio, teniendo en planta baja la zona comercial o laboral y en la planta alta la vivienda, Al no existir la codependencia en el automóvil, las calles arboladas y angostas, eran espacios de disfrute por si solos, en la calle empezaba la experiencia de vivir el espacio público.
Sin duda los tiempos han cambiado, nuestras ciudades se han sometido a nuevas dinámicas y algunas características del barrio mexicano pudiera parecer que ya no son aplicables a nuestra actualidad, sin embargo, pueden ser la inspiración que necesitamos para creer que el regresar a nuestras raíces puede ser la respuesta a los graves problemas que vivimos hoy en día.