Desde su inauguración, el Tren Maya se presentó como una promesa de desarrollo y atracción turística para el sureste mexicano. Sin embargo, tras los primeros 55 días de operación, los resultados han sido mixtos, especialmente en cuanto a la captación de turistas internacionales.

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Con apenas 1,787 turistas extranjeros de 50,976 pasajeros totales, el proyecto enfrenta el reto de diversificar su atractivo más allá de las famosas playas caribeñas. Este tren ha sido diseñado para ofrecer tres tipos de servicios: turístico, transporte local y de carga. A pesar de esto, las dos últimas opciones aún no se encuentran plenamente activas, lo que plantea cuestionamientos sobre su viabilidad económica y la accesibilidad para la población local.

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La financiación del proyecto es otro punto de discusión. Como es común en sistemas ferroviarios alrededor del mundo, desde el inicio se anticipaba que el Tren Maya requeriría subsidios para su operación. La expectativa de un sistema híbrido que combinara el transporte de carga y pasajeros parecía una solución para hacerlo rentable, pero hasta ahora, la implementación de esta visión ha sido limitada.

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Actualmente, el Tren Maya opera con cinco trenes, alcanzando una ocupación promedio del 84%. Sin embargo, las quejas de los usuarios sobre la calidad del servicio y los retrasos sugieren que aún hay áreas significativas para mejorar. Además, el calendario de apertura completa del recorrido ha sufrido ajustes, postergando la habilitación de todas las estaciones previstas.

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Más allá de la operatividad, el proyecto Tren Maya implica desafíos ambientales y sociales considerables. El trazo del tren atraviesa más de 20 áreas naturales protegidas, lo que ha levantado preocupaciones sobre su impacto en la diversidad biológica, incluyendo a especies en peligro de extinción y ecosistemas variados como selvas, manglares, sabanas, petenes, cenotes, dunas costeras, entre otros.

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A esto se suman los desafíos relacionados con la tenencia de la tierra y la gestión de residuos, especialmente en regiones con servicios limitados como Calakmul. La incorporación plena de todos los servicios, la mejora en la calidad del viaje y una estrategia integral que aborde los impactos sociales y ambientales serán clave para que este proyecto logre sus objetivos y se convierta en un modelo de desarrollo turístico y transporte sostenible.